domingo, 9 de febrero de 2014

El abogado cuántico 1.

EL ABOGADO CUÁNTICO

            Herbert Gerjuoy: “Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no puedan aprender, olvidar lo aprendido y aprender de nuevo”.

            Comenzaré diciendo que contrariamente al lema escrito en el edificio de la Academia en Atenas: “NO ENTRES AQUÍ SI NO ERES GEOMETRA”; te animo a continuar leyendo, si te ocurre como a mí, que eres lego en las ciencias físicas, pero te espolea el ansia de comprender el mundo. Con la física cuántica, en los actuales momentos, ocurre lo mismo que en tiempos de Galileo: las élites ya sabían que el mundo no era plano, sin embargo se ignoraba casi todo acerca de la tierra y el universo. Actualmente seguimos ignorando muchas cosas acerca del universo o ¿Tal vez debería decir universos?

            En los actuales momentos parecemos convivir con una física de los objetos grandes cuyos padres son –simplificando mucho- Isaac Newton y Albert Einstein; y otra de las partículas muy pequeñas –microscópicas-: de lo muy menudo.  Y está constatado que las leyes que gobiernan lo grande; no valen para lo pequeño, aquí es donde entra la física cuántica en nuestras vidas.

            De Newton, que decir, descubrió la ley de la gravitación universal y la mecánica clásica. Fue un hombre ilustrado cuyos títulos eran: físico, filósofo, teólogo, alquimista, inventor y matemático. Tenía mal carácter y no le gustaba ser el segundo en nada, no trató  bien a Leibniz, con quien comparte la autoría del cálculo integral y diferencial. Que paradoja que a las grandes cabezas no, necesariamente, les sigan hombres de estatura moral equivalente.

            Es curioso como cada investigador tiene sus objetos sobre los que proyecta sus descubrimientos; Newton y su famosa manzana, que al caer al suelo le hace reflexionar sobre la fuerza de la gravedad. En caso de Einstein, son los trenes y el tiempo; y también la hora, que debía de ser igual en todo el país para evitar accidentes ferroviarios. La humanidad debe mucho a las manzanas, a los trenes y a los relojes.

            Más de un tercio de nuestra economía depende de la física cuántica, y procesos tan triviales e integrados en nuestro vida diaria, tales como: calentar un vaso de leche en el microondas, cuando se abren, automáticamente, las puertas del supermercado, cuando utilizamos la televisión, el ordenador, el teléfono móvil, los lectores láser, etc., estamos usando tecnología cuántica.

            Pero no tengamos recelo, vayamos entrando en materia, analicemos algunos de los principios sobre los que se sustenta la cuántica:

            -El experimento de la doble ranura: Nuestro héroe, Thomas Young, niño prodigio que leía a los dos años, y los catorce estudiaba en doce idiomas a la vez, entre ellos caldeo, árabe y persa; realizó un experimento con una vela, una pantalla con dos ranuras y una pared final. Hasta Young, siguiendo las teorías de Newton, se consideraba que la luz estaba formada por partículas; Young demuestra que la luz es una onda –como las que se forman en un estanque al lazar una piedra-. Pero volvamos al experimento: la luz de la vela penetra por las dos ranuras –situadas horizontalmente, la una paralela a la otra; tras pasar por las dos ranuras, se vuelven a formar más ondas , pero ahora desde dos puntos como si tuviésemos dos fuentes de luz. Cuando las ondas de la ranura superior coinciden con las de la inferior se producen interferencias, constructivas y destructivas, según estén en su máximo de potencia, ambas ondas; o en su mínimo, destruyéndose. Cuando la luz llega a la pared final nos encontraremos con lo que se denomina patrón de interferencia, una serie de rayas verticales oscuras y brillantes a lo largo de la pared.

            La idea de que la luz es una onda y no una partícula, fue afianza por la formulación de Maxwell y su teoría electromagnética. Pasaron cien años –como en el cuento de la Bella Durmiente- hasta que un oficial de tercera en una oficina de patentes suiza, llamado Albert Einstein, publicó cuatro artículos en 1905 que cambiaron drásticamente el mundo de la física. Con el primero, reabrió el debate sobre la naturaleza de la luz introduciendo los denominados cuantos de luz, término introducido unos años antes por Max Planck –cuantos de energía-. Estos cuantos de Einstein sería bautizados más tarde como fotones. Los experimentos de Young y la teoría electromagnética de Maxwell habían demostrado que la luz era una onda; Einstein y los posteriores experimentos también demostraron que la luz también puede comportarse como un corpúsculo o partícula ¿Quien tenía razón?: ambas teorías. Pero lo más desconcertante es que dependiendo del experimento que se realice: doble ranura o del efecto fotoeléctrico, nos contestará una cosa u otra. Y este es el comienzo del vértigo que genera al sentido común y a la observación con nuestros sentidos la física cuántica.

            -El principio de superposición:

En el mundo que denominaremos “clásico” (nuestra realidad, lo que percibimos con los sentidos) un vaso puede estar lleno o vacío, cuando te encuentras en una encrucijada, elijes un camino u otro, votas a las derechas o a las izquierdas. En el mundo cuántico todas las posibilidades existen al mismo tiempo. Es decir el vaso estará lleno y vacío al mismo tiempo, recorrerás los dos caminos al mismo tiempo y por supuesta votaras simultáneamente a ambos extremos del espectro político. Algo así como si fuesen universos paralelos. En un universo elegiríamos recorrer el camino de la izquierda, y en otro el de la derecha. Ambos universos se desdoblarían. Lo que sucede con el principio de superposición es que ambos universos se mezclan. Ambas cosas ocurren al mismo tiempo: elegimos la dos al mismo tiempo.  La superposición funciona hasta que alguien observa el objeto superpuesto. La mirada neutraliza la superposición. A eso se le llama el “colapso de la superposición”. Podemos estar tranquilos: ningún humano podrá ver las dos posibilidades a la vez ¡pero existir –como las meigas- existen! Un buen ejemplo de este principio es la teoría del gato de Schrödinger –Schrödinger quedó hasta las narices de esta paradoja, dado que era una pregunta que le realizaban frecuentemente; Stephen Hawking, ¡amenaza con sacar la pistola…! cuando le preguntan por el dichoso gato-. La paradoja del gato es la siguiente: un gato, junto con un matraz que contiene un veneno y una fuente radiactiva, se coloca en una caja sellada. Si un contador Geiger detecta la radiación, el frasco se rompe, liberando el veneno que mata al gato. La interpretación de la mecánica cuántica  implica que, después de un tiempo, el gato está al mismo tiempo ¡vivo y muerto!.

-El principio de incertidumbre de Heisenberg:  Este principio nos dice que no puedes conocer al mismo tiempo la posición de las partículas (donde están) y su velocidad (como y hacía donde se mueven). Hay que reseñar que las partículas subatómicas pueden atravesar barreras o muros. Nosotros en nuestro día a día tenemos abolida esta posibilidad, dado que tardaríamos una eternidad en atravesar un muro; mejor utilizar la puerta. Una aplicación práctica de física cuantía la encontramos en la cita histórica que CHAVES NOGALES hace en su libro “La defensa de Madrid”: la pone en boca del general Miaja durante la Guerra Civil; ante los milicianos que entraban groseramente en el bunker desde el que se organizaba la defensa de Madrid, diciendo que: ¡El que no entrara saludando por la puerta, saldría por la ventana! Huelga decir que el bunker se encontraba enterrado a un montón de metros bajo el nivel del suelo y carecía de ventanas …

-El entrelazamiento cuántico: Planteado en 1936 por Einstein, Poldosky y Rosen. Dos partículas entrelazadas son como dos gemelos que tienen una conexión muy especial. Aunque las separas, cuando le hacemos algo a una de ellas, la otra lo siente.

-El decoherencia: Es el tránsito del mundo microscópico en el que se desenvuelve la física cuántica, al macroscópico que perciben nuestros sentidos. El gato de Schrödinger: el motivo por el que el gato no esté vivo y muerto a la vez pese a tenerlo dentro de una caja, es que cualquier particular de aire, la temperatura dentro de la caja o incluso una interacción gravitatoria con la luna, se entrelazaría con el animal y produciría “observaciones”. De ese modo, el estado cuántico de superposición quedaría destruido y sobrevendía la decoherencia.

Queridos amigos aquí finaliza la primera parte del “abogado cuántico”, continuará…